viernes, 14 de diciembre de 2012

Viaje a Viena

Ante la falta de aventuras que hacían que estuviera realmente aburrida en su mansión, la señorita Catherine mandó una nota al hotelucho de mala muerte en el que vivía el señor LaPierre.

"Estimado Sebastian, compañero de fatigas.

Ante la imposibilidad de poder zarpar hacia América o hacia Áfrika debido al mal tiempo (sin duda alguna obra de algún mago o de la Hueste Desleal), le propongo querido compañero, ir al continente. 

Mi idea es ir a Viena: sin duda en el vasto imperio austríaco aún hay misterios que solventar, al ser un enorme y políglota congregación de pueblos, que se extiende desde Turquía hasta las fronteras bávaras.

Otra cosa por la que me he decidido a ir allí es que el Imperio lleva muchos años en paz y el emperador y sus ministros se contentan con mantener su posición con un inteligente equilibrio de tratados secretos, vastas redes de espionaje y matrimonios de alianza...

Perdóneme si le cuento obviedades respecto a la política internacional, pero simplemente le enumero los pros que he llegado a sopesar para ir hasta Viena en vez de otros lugares más 'pintorescos'.

No permitiré un 'no' por respuesta. No se preocupe por el tema crematístico, ya que los gastos de viaje corren de mi cuenta. No es un problema para mí y quiero que me acompañe. A fin de cuentas, fue ese el trato que hicimos en un principio: yo viajaba y usted podía acompañarme para intentar encontrar a su familiar desaparecido, nes pa?

Esperando que acepte, esperaré su respuesta haciendo mi equipaje.

Firmado:

Catherine Kengsinton, hija de Lord Kensington"

La respuesta no se hizo esperar.

"Madame, no puedo más que agradecer su generosidad y en cuanto me diga, me reuniré con suted en el puerto que designe.

Un saludo.

Firmado:

Sebastian LaPierre."

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